miércoles, 21 de agosto de 2013

Fragmento de El Dragón Dorado I: La caza del dragón. Parte II

Yogun abrió los ojos y sintió un fuerte dolor en la sien que se trasladó al costado izquierdo justo donde el velociraptor le había apuñalado con la garra. Tenía la boca seca, intento pronunciar unas palabras, llamar a su madre o su hermana pero le costaba mucho hablar.

De repente escuchó las campanillas de la puerta de su casa y a dos personas hablando, una de ellas era su hermana, la otra, no supo reconocer quien era.

Intentó incorporarse pero justo cuando apoyaba su brazo izquierdo en la cama apareció su hermana junto a Liánhua.

-¿Qué haces?¡Acuéstate!-

Yimin rápidamente volvió a acostar a su hermano, ante la asustada mirada de la joven que Yogun tanto amaba.

-Tengo sed.-dijo con dificultad el joven.

Rápidamente Liánhua abrió una caja de madera que llevaba y sacó una botella de cristal con un líquido verdoso. Yogun ni se había percatado que la joven llevaba aquella caja donde solía llevarle la comida a su padre.

-Es té de nenúfar.-dijo Liánhua.-Te ayudará a paliar el dolor y a cortar la hemorragia.-

La joven se acercó al herido y con la ayuda de Yimin lo incorporaron un poco para que pudiera beber. Yogun sintió el fresco té en su boca y sintió un placer indescriptible al saciar su sed.

-Voy a seguir despellejando a las criaturas. Liánhua se quedará contigo un rato.-dijo Yimin.

You asintió. Le parecía extraño que una miembro de otro clan viniera a cuidarle, pero le encantaba que estuviese allí, se sentía dichoso por tener a la chica de sus sueños junto a él.

-Fuiste muy valiente. Todos te lo agradecerán.-dijo la joven sacando paquetitos de comida de la caja de madera.-Espero que tengas hambre he traído mucha comida.-

La verdad es que el joven no tenía ni pizca de hambre, pero en seguida pensó que disfrutaría de cada bocado como si fuese el último. Ninguna mujer traía comida a un hombre de otro clan a no ser que estuviesen prometidos. Liánhua se estaba ganando una regañina terrible, si su padre se enterara seguramente la azotaría y castigaría severamente.

-Tu padre...-atinó a pronunciar el joven.

-Tranquilo, él me ha mandado venir aquí, dice que lo mereces y eres el candidato número uno para desposarme.-

Yogun no pudo evitar sorprenderse. ¿De verdad su padre le quería a él como esposo para su hija?

-¿Te sorprende?- dijo la joven sacando kuaizi, o palillos para comer, y un cuenco con arroz hervido y salsa de hierbas selváticas.

Yogun asintió. -¿No le importa que sea un maldito?-

Liánhua sonrió y comenzó a darle de comer en la boca. Estaba claro que él iba a ser su esposo,¿Qué padre mancharía el honor de su hija dejando que diera a un hombre que no será su marido?

-Espero que te guste, no tuve mucho tiempo para prepararlo.-

El joven asintió con la boca llena. El arroz estaba delicioso, Liánhua era una excelente cocinera, algo que le aliviaba.

Tardó una hora en comerse todo lo que la joven le había traído. Cuando terminó de darle de comer la joven recogió los cuencos y volvió a meterlos en la caja de madera.

-Voy a cambiarte el vendaje.-dijo la joven segundos antes de salir por la puerta.

El joven intuyó que la chica había ido a buscar un nuevo vendaje pero lo que ocurrió le llamó mucho más la atención. La joven traía un barreño enorme, que utilizaban de bañera para lavarse. ¿Pensaba bañarlo? Yogun se quedó atónito, todo lo que estaba ocurriendo en aquel día le indicaba que iba a casarse con él. A pesar de todo el dolor que la herida le causaba no podía estar más contento ante aquella noticia.

La joven comenzó a hacer viajes trayendo agua para llenar el barreño.

-¿Vas a...?-

-No.-dijo riendo la joven.-Eso lo hará tu hermana. Mi padre aún no está decidido del todo.-

Las esperanzas de poder casarse con ellas disminuyeron. ¿A qué jugaba aquel hombre? Pensó en su padre, si él estuviera allí seguramente no consentiría que la joven entrara e casa sin haber pactado antes la boda.
Yogun suspiró mientras observaba a la joven llenar el barreño.

-Tengo que llevar la comida a mi padre, vuelvo en cinco minutos para cambiarte las vendas.-dijo la joven terminando de llenar de agua el recipiente, para después salir de la habitación. Segundos después llegó Yimin.

-¡A bañarse You!-gritó bastante contenta la joven.

-¿Por qué estás tan contenta? ¿Te alegra que dependa de ti?-

Yimin se echó a reír mientras le quitaba el vendaje a su hermano. -En absoluto.-dijo sonriendo la joven.- ¡Los del clan me han ofrecido ir a cazar con ellos!-

Yogun se sorprendió gratamente. Las mujeres no solían ir a cazar y ella siempre iba como su escudera, que la invitaran a cazar con ellos significaba que la apreciaban como cazadora, que habían podido comprobar que como ellos, la joven tenía mucha habilidad para acabar con aquellas criaturas.

-¡Eso es genial Yim!-

-Lo sé.-respondió la chica terminando de desnudar a su hermano para meterlo en el barreño. -Pienso demostrar que soy tan buena como tú.-

Yogun arqueó una ceja, cuestionando aquella afirmación de su hermana.

-¿De verdad crees que eres mejor que yo You?-

Yogun se echó a reír indicándole a la chica que estaba bromeando, acto seguido ella también se echó a reír.

-¿Qué tal con tu futura esposa?-preguntó la chica cambiando radicalmennte de tema.

Yogun agachó la cabeza ruborizado. Sabía que no tenía que sentirse así delante de su hermana pero era inevitable después de saber que el padre de la joven lo quería como pretendiente.

-¿Te lo ha dicho?-preguntó el joven.

-No, pero si viene a cuidarte es porque será así. Está manchando su honor, el de su familia y el de su clan. Dudo que se la juegue sin permiso de su padre.-

-Lo tiene.-aclaró el joven.-Es más, me dijo que él se lo había ordenado.-

-Ves, ¡Lo sabía!-dijo la joven.-Era imposible, con lo boba que es que fuese tan valiente como para jugársela a su clan de esa forma.-

Yogun miró fijamente a su hermana, recriminándola con la mirada por haber dicho aquello sobre la joven.

-Has de reconocer que se la ve muy pura y no parece tener una faceta rebelde.-

Yogun asintió.-Si, en eso tienes razón.-

-¿Estás contento ahora que sabes que eres el elegido?-

-Aún no es seguro, soy de los favoritos, pero no el elegido.-

-Pamplinas, seguro que te escoge a ti.-

La joven terminó de bañar a su hermano y le ayudó a salir del barreño.

-¿Has visto como tienes la herida? Mamá te la cosió.-

Yogun miró el corte ya cosido, era bastante grande y le dolía muchísimo. -Podría haber sido peor ¿no?-dijo al ver que tenía bastante buen aspecto.

-Sí, tuviste suerte de tener a una cazadora tan buena como yo cubriéndote las espaldas.-dijo la joven fingiendo superioridad ante su débil hermano.

-Si, ¿Qué haría sin ti?.-dijo riendo el joven.

La chica le ayudo a vestirse poniéndole los pantalones para cuando Liánhua viniera. -Tengo que irme con los chicos a cazar, ahora vendrá Liánhua a ponerte un nuevo vendaje.-

-¡Suerte Yim!-

-Los buenos cazadores no necesitamos suerte.-respondió la joven, segundos antes de salir de la habitación.

Yogun sonrió, aquella frase él siempre la decía. Se sentía muy orgulloso de su hermana y sabría que en ese día demostraría lo buena cazadora que era.

La joven cogió uno de sus manguales,el Xabsian de su hermano  y utensilios de caza antes de despedirse de su madre y salir por la puerta de su casa.

-¿Estás lista?- le preguntó Fu Min el jefe del clan y a su vez jefe de los Lièrén de Yon-chi.

-¡Lista!-respondió la chica.

En aquella pequeña cacería irían cinco Yon-chi y otros cinco del clan Fua-Peng. Las cacerías se dividían entre los clanes. Cada semana dos clanes distintos se encargaban de cazar, para así poder conseguir sustento para todos los que vivían en el Jiao y material para intercambiar con los clanes de Xian.

-¿Qué tal estás muchacho? Pensé que no vendrías tras el incidente de ayer.-dijo el jefe del clan Fua-Peng.

Yimin se quedó perpleja al igual que sus compañeros de clan. ¿Pensaba que era su hermano? La joven no había tenido tiempo de limpiar el traje de escudera que solía llevar siempre, que había pertenecido a su padre, y por supuesto tampoco había hecho los cambios que su hermano le había aconsejado para hacer que su vestimenta fuese más femenina. La suciedad el traje, que hacía que se pareciera más al que solía llevar su hermano, y que le había robado a éste su armadura de gallimimus, podían hacer que la confundieran con Yogun, algo de lo que no se percató hasta el momento.

La joven intentó replicar al jefe del clan vecino, pero su propio cabecilla se adelantó.

-Yogun es un chico fuerte, puede con absolutamente todo.- dijo tocando el hombro de Yimin.-¿Verdad You?-

Yimin asintió a pesar de haberse quedado atónita. ¿Estaba fingiendo que era su hermano?

-¿Y tu escudera? ¿Hoy no te acompaña?-preguntó el líder de los Fua-Peng.

-Tiene que cuidar a mi madre y hacer algunas cosas más.-dijo la joven intentando imitar la voz de su hermano.

-Es una pena, teníamos ganas de verla en acción.-Dicho esto ambos clanes se pusieron en marcha dispuestos a adentrarse en la espesa selva.

-Es mejor que crean que eres tu hermano, los Fua-Peng son muy estrictos en cuanto a las mujeres.-le susurró su líder.

Yimin asintió asumiendo lo que su jefe le había dicho y recordó como a principio de semana su hermano le dijo que no hacía falta que viniera con él a la cacería. ¿Era por culpa de los Fua-Peng? Cada cierto tiempo solía hacerlo, le daba excusas para que no fuera con él de caza, pero ella solo pensaba que quería demostrarse a si mismo y a los demás cazadores que podía ir sin escudero. Nunca pensó que fuese por prejuicios de otros clanes. La chica se entristeció un poco. Quería demostrar lo que valía y si no la dejaban ser ella misma y tenía que fingir ser su hermano, ¿Cómo podía hacerlo?. Desenfundó el Xabsian de su hermano, que pesaba mucho más de lo que ella recordaba y siguió a su líder dispuesta a dar lo mejor de sí misma.

Habían estado cazando durante dos horas, Yimin había conseguido derribar a dos deinonychus y había ayudado a uno de sus compañeros a cazar un par de gallimimus más para la granja. Solían criar algunos saurios de pequeño tamaño o herbívoros para así asegurarse comida en tiempos donde no se pueda cazar o no haya suficientes presas. Además éstos servían muchas veces de cebo para trampas.

La joven se alejó del grupo siguiendo el rastro de un velociraptor. Sabía que no estaba bien separarse del grupo, era una locura, podías encontrarse con Tyranosaurios, dragones o incluso algo peor, megadracos, dragones de mayor tamaño y con un apetito voraz, capaces de comerse al mayor de los dinosaurios de un solo bocado.Igualmente, no le importaba, quería demostrar que era buena igual que su hermano, aunque fuese demostrárselo a si misma. La chica continuó siguiendo el rastro del saurio tal y como su hermano le había enseñado, observó las pisadas con sigilo, las ramas partidas en la frondosa selva y de repente se topó con algo que la asombró por completo.

Una pareja de velociraptors yacían en  el suelo muertos y  semidevorados por otras criaturas. Al lado un nido con los cascarones rotos, no porque las crías hubiesen conseguido salir de éstos si no porque habían sido devorados. Yimin aún pudo ver alguna que otra parte de las crías dentro de aquellos huevos.  Yimin se disponía a marcharse cuando de repente entre la maleza vio un huevo más, que al parecer se había caído del nido. En ese vistazo rápido le pareció que éste estaba aún cerrado pero pensó que era imposible. ¿Qué criatura no se hubiese dado cuenta de que estaba allí? Comenzó a andar sobre sus pasos intentando encontrar al grupo lo antes posible, si el jefe de su clan se percataba de que no estaba, cosa que seguro que ya había hecho, se enfadaría muchísimo e incluso podría azotarla, pero algo dentro de ella le dijo que debía girarse, que debía comprobar que aquel huevo estaba verdaderamente roto y que la criatura de dentro completamente devorada. Yimin dio media vuelta y cogió el huevo, para su sorpresa estaba entero.

-¡Vaya!- gritó la joven. Aquel hallazgo le pareció sorprendente. ¿Podrían domesticar a un velociraptor al igual que hicieron con otros saurios? Rápidamente corrió en busca del grupo, tardó solo unos cinco minutos en encontrarlos, estaban buscándola como locos y casi ya la daban por perdida.


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El Dragón Dorado I: La caza del dragón. by Lidia Rodríguez Garrocho is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.

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