miércoles, 21 de mayo de 2014

Fragmento La Sangre del Demonio Parte II

Grista entró en su despacho para contar el dinero que habían recaudado las chicas en aquella noche.

La joven Beik se encontraba recogiendo los últimos vasos y platos que quedaban en la barra para llevarlos a la cocina cuando la puerta de la taberna se abrió. La chica que quedó paralizada con la bandeja de plata en sus manos.

-No...-

-Buenas noches.-

La joven no sabía bien como debía actuar, llevaba a penas una semana allí y no sabía si aquellos clientes eran importantes, si debía echarlos, o cual fuese la reacción que debía tener para contentar a su jefa.

-¡Está cerrado ya!-dijo la joven viendo como seis preciosas mujeres acompañadas de tres hombres apuestos entraban.

-¿Está Grista?-preguntó la mujer castaña que había sido la primera en entrar.

-Está ocupada.-le respondio Beik.

-Dile que salga, Laisani la está esperando.-

La joven abrió la boca sorprendida, había escuchado hablar sobre Laisani la hija adoptiva de Grista que había sido condenada a la horca hacía unos años. Sin saber si estaba ante la verdadera Laisani la chica corrió en busca de su jefa pero cuando llegó al pasillo de las habitaciones se topó con Asker.

-¡Mira por dónde vas imbécil!-le gritó la chica furiosa al haberse chocado con ella. Antes de que la joven Beik pudiera decir nada, Asker se percató de lo nerviosa que estaba. -¿Qué te ocurre?-

-Ha entrado un grupo y... -la chica estaba nerviosa no sabía si por el hecho de tener un fantasma en la taberna o por que fueran a regañarle por haber dejado entrar a aquellos extraños que se encontraban acomodados en una mesa, como si esperaran ser atendidos.

-¿Ladrones?.-preguntó Asker asustada.

La joven negó con la cabeza.-¡Laisani!-gritó haciendo que Asker se quedara totalmente atónita.

-¿Qué?-

-Laisani está aquí...-

Antes de que la joven terminara su frase Asker comenzó a andar hacía el salón de la taberna. Su sorpresa fue mayúscula, allí estaba Laisani y su amado el Demonio Blanco junto a lo que parecían más demonios. Asker se escondió rápidamente esperando que ninguno de los de la mesa la hubiera visto. Su corazón parecía querer salir de su pecho, estaba aterrorizada. ¿Qué querían? ¿A qué habían venido allí? Rápidamente y sin dar explicaciones a la nueva corrió hacia el despacho de Grista.

Urmea se encontraba recogiendo la cocina cuando escuchó fuera de ella a gente hablando. La mujer puso los brazos en garra y frunció el ceño para salir furiosa de su lugar de trabajo hacia la barra.

-¡La cocina está cerrada!-gritó antes de percatarse de la presencia de Laisani.

-¿Te quedan natillas tía Urm?-

El ceño de la mujer se relajó y sus ojos comenzaron a brillar de forma intensa. -¡Pequeña!-gritó la mujer para ir corriendo hacia donde se encontraba Laisani. Las dos se abrazaron con fuerza mientras a la pobre anciana se le caían las lágrimas.

-Sabía que la traerías con nosotros otra vez.-dijo la mujer al despegarse de su querida niña y tocándole el pelo a Drake al que le dirigía aquella frase.

-Verdaderamente ella es quien nos ha salvado a ambos.-

Urmea miró a la joven muchacha de pelo rubio platino que se acaba de levantar de su silla. No hizo falta que nadie le explicara quien era, su sonrisa igual a la de Laisani y los ojos de hielo del padre, hicieron que la mujer reconociera en seguida de quien se trataba y comenzara a llorar con más fuerza.

-¡Eres preciosa!-dijo acariciando el rostro de Láska.

-Muchas gracias.-respondió sonriente Láska. -Mi madre me ha hablado mucho de tus buenísimas natillas.-

-¿Quieres unas preciosa? Han sobrado muchísimas.- preguntó la mujer sin dejar de acariciar a la chica en el rostro, como si no pudiera creer que su belleza fuese real.

-Me encantaría.-respondió la daimon.

-Os traeré cena a todos.-dijo la mujer.

-¡Espera tía Urm!-dijo Laisani antes de que la mujer se marchara para traerles algo de cenar. -Quería presentarte a mi familia.-

Urmea se secó las lágrimas y sonrió.-Conozco a algunos de los presentes.-dijo mirando a Caín y a Lilith.- Señora.-dijo haciendo una reverencia mientras miraba a la Dama de la noche.-Majestad.-continuó haciendo otra reverencia pero está vez refiriéndose a Caín.-Siento haber sido tan mal educada pero el corazón mandaba en mí.-

Caín alzó una mano y negó con la cabeza indicándole que no tenía importancia.

Laisani se apoyó en el hombro de Urmea.-Bueno, veo que conoces a mi cuñado Caín, el rey de los vampiros, de las criaturas de la noche e hijo de la muerte.- Cain sonrió con su preciosa sonrisa enseñando sus enormes colmillos.-Y a mi suegra, Lilith, la preciosa Dama de la Noche.-Lilith miró a Laisani y Urmea con su preciosa mirada felina y segundos después sonrió amablemente.-Ella es mi cuñada Itzel, la Reina de los Licántropos y la mujer de Caín.-presentó la joven. Itzel se levantó e hizo una reverencia.-Encantada de conocerla.-dijo la mujer del rey.- Ella es mi sobrina, la preciosa Cassandra, hija de Caín e Itzel.- La joven sonrió y alzando la mano saludó a Urmea que escuchaba atentamente a su pequeña protegida. -Ella es Caindra, mi cuñada conocida como la hija de la muerte.-Caindra saludó amablemente.- Ya conoces a mi marido, Drake y a mi hija Láska, él es su novio Sillax.-dijo señalando por último al úmbreo.

-¿Eres un úmbreo?-preguntó Urmea al joven.

-Así es señora.-respondió amablemente.

-Las leyendas contaban que eráis albinos, ya que la oscuridad está en vuestro interior, pero jamás pensé que era cierto.-

Sillax sonrió y asintió.-Pues son ciertas esas leyendas.-

-¿Y también es cierto que puedes usar tu sombra?-preguntó curiosa la mujer.

Sillax sonrió y de repente su sombra se separó de él para acercarse a Urmea, cogerle la mano y besársela. La mujer se asustó un poco pero al ver el bonito gesto del muchacho sonrió contenta.-¡Impresionante!-exclamó. Dicho esto la mujer se disculpó de los presentes para ir a en busca de la cena, no tenía pensado preparar nada, pero ya que tenían invitados especiales se pondría manos a la obra para hacer una tarta de arándanos, no todos los días un cocinero tenía a una semidiosa y un rey para comer en su mesa.

Asker tocó con vehemencia a la puerta de Grista pero antes de que ésta le diera permiso para entrar abrió la puerta.

-Señora, Laisania está aquí y ha venido con más demonios.-gritó la muchacha aterrorizada.

-¿Qué?-preguntó escéptica la mujer.

-Lo que oye, Laisani ha vuelto de entre los muertos. ¡Viene a matarnos!-

La mujer se levantó lentamente con la mirada perdida. Si aquello era cierto, si Laisani había vuelto de entre los muertos, está claro que había venido a buscarlas para vengarse. La mujer se quedó pensativa mientras escuchaba a la joven Asker sollozar.

-Yo la distraeré y tú mientras ves a por los guardias.-

-¿Los guardias señora? ¡Son demonios! ¡Siervos de Nuru! Ningún guardia podrá acabar con ellos.

-Ponte tranquila y haz lo que te pido.

Urmea había llamado a Beik para que la ayudara a servir los platos. La joven que había escuchado toda la conversación de la cocinera con Laisani estaba aterrorizada de acercarse a los siervos de Nuru.

-¿Eres nueva aquí?-le preguntó Laisani.

La chica asintió.

-No dejes que nadie te humille tu vales más de lo que Grista pueda hacerte creer.-

La chica sonrió ante las palabras de Laisani, fuese un demonio o no, la había hecho sentir bien, en los pocos días que llevaba allí Grista y Asker se habían encargado de bajarle la autoestima hasta límites insospechables, algo que comenzaba a hacer estragos en ella. Aquellas palabras eran un empujón de autoestima.

-Me recuerdas mucho a mí.-continuó Laisani observando a la muchacha, tenia media melena morena y los ojos verdes, su rostro reflejaba el dolor que Grista hacía sufrir a sus primerizas tal y como ella había sentido durante muchos años.

-¡Deja a mi chica!-gritó Grista.-Aquí no sois bienvenidos.

Laisani escuchó la voz de la que fue antaño su madre adoptiva y se giró lentamente para observarla. -Grista, yo también me alegro de verte.-dijo irónicamente la muchacha.

-¡Lárgate de aquí Laisani!-gritó la mujer.

-Solo quería presentarte a mi hija y a la familia de mi marido.-dijo Lai fingiendo estar molesta.

-He dicho que os marchéis.-gritó la mujer.

Justo después de pronunciar esas palabras Asker pasó por detrás de su jefa intentando huir hacia la puerta de salida.

-¡Asker! ¡Quería amiga!-

La joven se quedó paralizada unos instantes al escuchar las palabras de Lai y segundos después echó a correr hacia la puerta. Caín chasqueó los dedos y justo delante de la puerta apareció Caindra cortándole el paso a la joven atemorizada.

-No vas a ningún sitio.-dijo Caindra con una voz dulce pero que hizo que la muchacha se estremeciera.

-Solo queremos cenar en familia.-dijo Laisani.

-Grista no seas malaje, la chiquilla ha venido a visitarnos y a presentarnos a su familia, sé un poco amable.-dijo Urmea que traía el último plato de comida.-Estoy haciendo tarta de arándanos, espero que os guste.-

-¡Es mi favorita!-dijo Láska sorprendiendo a Urmea.

-Me alegro preciosa.-

-¡Urmea!-gritó Grista.-No van a quedarse a cenar.-

Urmea se giró hacia su jefa.-Cenarán y se marcharan.-dijo autoritariamente.

Grista y Asker refunfuñaron y se alejaron de la mesa donde estaban los intrusos. Ambas se refugiaron tras la barra a esperar a que terminaran y como Urmea había dicho se marcharan. La cocinera y la joven novata se habían sentado a cenar junto al grupo de siervos de Nuru, algo que había molestado a Grista y Asker.

-¿Cuándo nos vas a contar tu gran secreto Láska?-dijo Lilith.

Láska se encontraba comiendo un trozo de la tarta de arándanos que Urmea había hecho. Tragó la comida y sonrió nerviosa, percatándose de que todo el mundo excepto Sillax, su cómplice, la miraba con expectación.

-Tal vez no sea el momento.-dijo Láska.

-Es el momento.-dijo Drake ansioso por saber que era lo que su hija quería comentarles.

-¿Os vais a casar?-preguntó curiosa Urmea.

Láska y Sillax negaron a la vez moviendo la cabeza enérgicamente de un lado al otro.

-¡Oh Dioses!-dijo Cassandra, llevándose las manos a la boca debido a la sorpresa. La joven ya había adivinado lo que ocurría entre Sillax y Láska y justo cuando ella hizo aquella exclamación todos los presentes cayeron en la cuenta.

-¡Estás embarazada!-gritó Laisani sorprendida.

Láska y Sillax se miraron sonrientes dando por afirmativa la exclamación de Lai. El Umbreo cogió la mano de su amada y ésta la llevo a su vientre donde el pequeño bebé comenzaba a crecer.

-¡No me lo puedo creer!-gritó Laisani abrazando a su hija. Urmea se echó a llorar nuevamente y se acercó a la joven Láska para darle la enhorabuena y acariciarle la tripita en un gesto cariñoso.-¿Pero qué edad tienes preciosa?- preguntó Urmea.

-Dieciséis años, unos pocos menos que él.-respondió Láska riendo de que Sillax era más de cien años mayor que ella.

-¡Eres una cría aún!-

Todos estaban eufóricos debido a la alegría de aquella noticia, todos excepto Drake que miraba serio a Sillax permaneciendo en total silencio. -Lo siento señor.-dijo Sillax al percatarse de que Drake lo miraba con cara de pocos amigos.

-¡Alégrate hombre!-le dijo Caín intentando calmar al que consideraba su hermano.-Sillax es el mejor úmbreo que jamás conocerás. Tú nieto será muy poderoso.-

Sillax agachó la cabeza, sabía porque Drake estaba así con él y en parte podía comprender su enfado.

-Sabías lo de la maldición.-gritó furioso Drake levantándose y golpeando la mesa con fuerza.

-Drake, la maldición no existe, Sillax es el hijo de Ájax y siempre ha sido un buen siervo de mi padre.- dijo Caín intentando calmar al íncubo.

-¿Qué maldición?-preguntó sorprendida Láska.

-Su padre intentó acabar con Nuru, él era el dueño de la Dama Blanca, mató a cientos de demonios hasta que Nuru hizo que yo acabara con su vida.-Sillax seguía con la cabeza gacha sin querer mirar a su suegro que parecía más cabreado que nunca. El pelo de Drake se había oscurecido como la noche, las garras y colmillos ya habían aparecido y sus ojos se habían vuelto rojos como la sangre.-La maldición que Ájax dejó sobre su descendencia auguraba la muerte de Nuru y la destrucción del mundo entero.-

Todos escucharon las palabras de Drake. Láska se quedó atónita, después se giró hacia su amado.-¿Por qué no me habías contado eso?-

-Lo siento...-dijo Sillax.

El silencio se apoderó de la estancia. Grista y Asker miraban al grupo más asustadas que nunca, delante de ellas podía estar la criatura que traería la destrucción del mundo. Ni siquiera un demonio la quería. ¿Por qué iban a hacerlo ellas?

-Pensabais llamarle Ájax ¿Verdad?-dijo Lilith rompiendo el incomodo silencio.

Láska asintió de mala gana.

-Mi hermana ha dicho que esa criatura debe nacer, le augura un futuro oscuro pero su nacimiento es primordial para Kartia, para Thaindor al completo.-

Escuchadas las palabras de Lilith, Drake se calmó.-¿Cambiará Kartia?-preguntó el demonio.

-Él ayudará a salvarla.-respondió Lilith.

La sonrisa que se dibujó en Drake era de satisfacción, su nieto sería importante y eso era lo que le importaba.

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